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Calaveras, flores y bombines


Andrés Sardá presentó el año pasado, una colección otoño-invierno, basada en la colorida cultura mexicana. El realismo mágico y el folklore se han marcado con capas, mantones y tocados basados en el encaje y las borlas, componiendo un cuadro cerrado con la aparición la Virgen de Guadalupe.
El imponente rostro de una mujer al más puro estilo Frida Kahlo -que el juego de luces ha transformado más tarde en una calavera- señalaba el inicio de una pasarela cubierta por una alfombra estampada con exuberantes y coloridas flores, un conjunto que auguraba una vuelta al México de la espiritualidad y el Día de los Muertos.
Con una música de guitarra y marimba, y en ocasiones pura ranchera, han comenzado a desfilar las modelos de Andrés Sardá, que han presentado una colección íntegra e imponente basada en los colores brillantes y la elegancia del negro, casi siempre en encaje.
Las prendas lenceras han consistido en su mayoría en culottes y balconets combinados con sensuales ligueros, que han mostrado brillantes gamas de azul, rosa y verde a la vez que proponían las transparencias negras combinadas con el color visón.
Estos conjuntos se veían complementados por ponchos de gruesos y cálidos tejidos, en colores brillantes de estilo clásico mexicano, por un lado, mientras que por otro se nos proponían capas, faldas y vestidos de telas vaporosas y transparentes, con vuelo y volumen, como las muselinas y los tules.

Los volantes, las borlas, los sombreros de ala ancha y los bombines completaban un cuadro sujeto por altísimos botines y botas anudadas, que en ocasiones llegaban hasta medio muslo, y alguna que otra sandalia.

Una mención especial merecen los tejidos brillantes, que lucían espectaculares con el juego de luces, y los estampados floreados y coloridos, que han alcanzado el súmmum con una capa negra de aparente sobriedad que al desplegarse guardaba en su interior el bordado de un paisaje campestre mexicano.
El desfile ha culminado con la aparición de una modelo ataviada al estilo de la Virgen de Guadalupe, con corona y aureola doradas, que ha lucido una túnica blanca y brillante combinada con muñequeras metálicas.
Pese a tratarse de una propuesta que ensalza la feminidad, la firma se ha lanzado también a presentar un atuendo de corte masculino compuesto por traje negro, camisa blanca, pañuelo rojo y sombrero inspirado en los charros mexicanos.
Andrés Sardá ha desvelado así una colección que combina el glamour cinematográfico de las telas vaporosas y los ligueros, junto a la mitología y la tradición latinoamericana, que nos retrotrae a su vez a la historia colonial española.

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